Domingo por la noche, vísperas de Memorial Day. Nos echamos a la calle buscando el Teather of the City (primera avenida, entre la calle 10 y 9). Nos dijeron que había allí algo interesante.En este teatro, que no tiene nada de comercial, se da oportunidad a nuevos artistas de todas las disciplinas. Más de 100 grupos de artistas del Lower East participan en este original festival.
Pasamos tres horas viendo desfilar a cantantes, actores y monologuistas que nos hicieron disfrutar de lo lindo. Algún espontáneo, con varias copas de más de wisky (lo sabemos porque se sirvió directamente de la botella casi todo el contenido), puso también la nota anecdótica y nos percatamos de la paciencia y buena disposición de la mayoría del público y de los artistas. Como ejemplo el comentario de un vecino de asiento:”Dos espectáculos en uno y gratis” (porque he olvidado decir que el festival es ¡¡FREE!!). El ambiente no podía ser más diverso, divertido y desenfadado.
Al salir del teatro un intento de tomar una cerveza en el “Coyote Ugly” (justo al lado del teatro), pero demasiado marinero borracho. Otro día volveremos.
Nueva York es una ciudad mágica que amas desde que la conoces. Tiene un rincón especial para cada visitante que se acerca.
martes, 1 de junio de 2010
Chinatown en Nueva York. Vísceras al descubierto.
Es domingo; decidimos tomar un brunch chino (Dim sum) en Chinatown. Con un grupo de amigos americanos, de origen asiático, nos dirigimos hacía un restaurante amplio: el Golden Unicorn Restaurant (18 East Broadway, New York, NY 10002). En la planta baja te dan un número y por megafonía van llamando (mismamente como en las citas previas de la declaración de Hacienda). Ya en la mesa nos damos cuenta que sin la experta ayuda de nuestros amigos es imposible decantarse por los diferentes platos que aparecen ante nuestros ojos en carritos de comida. Constantemente van pasando los carritos con unas pequeñas porciones (esto te permite degustar muchos más platos). Cada vez que coges un plato apuntan un número (esto lo supongo, porque está en chino) en un papel de tu mesa y con ese listado te dan al final la cuenta. Por cierto, el precio es lo mejor. Por poco dinero sales más que satisfecho del brunch.
Para bajarnos la comida damos un paseo por los alrededores. Primero nos pasamos por una plaza muy concurrida por los chinos de Manhattan: Columbus Park (Bayard Street con Mulberry Street). No hay apenas verde pero el domingo la plaza está repleta de gente. Aquí los emigrantes chinos comen, escuchan música, hacen Taichí, Qi Gong, se divierten con juegos de azar; en fin, disfrutan de la tarde del domingo.
Para impresionarnos (o divertirse) nuestros amigos asiáticos nos llevan al mercado (largo y estrecho local que atraviesa una calle). No les defraudamos; nuestras caras van desde el estupor hasta el rechazo. Pasamos por entre las vitrinas con úteros de cerda, patas de cocodrilo, sapos, huevos de pato podridos, pollos negros…
Después de esta experiencia nada mejor que relajarse con un masaje de espalda, hombros o pies a elegir entre las diferentes ofertas que vas encontrando en el camino.
De vuelta a casa, mientras saboreamos un delicioso yogurt helado, una final de baloncesto de dos equipos locales en uno de las numerosas canchas de baloncesto que hay por la ciudad.
Para bajarnos la comida damos un paseo por los alrededores. Primero nos pasamos por una plaza muy concurrida por los chinos de Manhattan: Columbus Park (Bayard Street con Mulberry Street). No hay apenas verde pero el domingo la plaza está repleta de gente. Aquí los emigrantes chinos comen, escuchan música, hacen Taichí, Qi Gong, se divierten con juegos de azar; en fin, disfrutan de la tarde del domingo.
Para impresionarnos (o divertirse) nuestros amigos asiáticos nos llevan al mercado (largo y estrecho local que atraviesa una calle). No les defraudamos; nuestras caras van desde el estupor hasta el rechazo. Pasamos por entre las vitrinas con úteros de cerda, patas de cocodrilo, sapos, huevos de pato podridos, pollos negros…
Después de esta experiencia nada mejor que relajarse con un masaje de espalda, hombros o pies a elegir entre las diferentes ofertas que vas encontrando en el camino.
De vuelta a casa, mientras saboreamos un delicioso yogurt helado, una final de baloncesto de dos equipos locales en uno de las numerosas canchas de baloncesto que hay por la ciudad.
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